La voluntad de Dios

Hay tres posturas erróneas sobre la enfermedad: la primera para la cual la enfermedad es natural y se cura naturalmente; la segunda para la cual la enfermedad es redentora y muy pocos se curan de modo extraordinario; y la tercera para la cual Dios quiere que todos se sanen ya, pero de hecho no sucede.

1: La enfermedad es un mal, no una bendición. Habrá enfermedad y guerras. Pero Dios quiere la vida y la paz: esa es la voluntad de Dios.

2: El sufrimiento del cristiano, no es la enfermedad, sino la persecución, la injusticia, el odio, la tortura. La enfermedad se traga a la persona: hay que curarla. Dios no quiere la enfermedad, aunque haya un componente de sufrimiento en nuestra vida. Jesús sufrió por perseguido, no por enfermo. El sufrimiento no me quita las fuerzas para enfrentar los problemas. Pero la enfermedad me desconcentra, es insalubre. Dios no quiere la enfermedad: en el huerto de los olivos, Jesús habla de la cruz (la injusticia) un sufrimiento que viene desde afuera. “Curen a los enfermos y díganles: el Reinado de Dios está cerca”, es el mandato de Jesús.

3: Otro funesto error es haber aprendido a aceptar el mal como si fuera bueno, como voluntad de Dios. Quienes hablan así se parecen a los budistas cuando hablan de karma. Nosotros, en cambio, creemos en la redención de nuestro cuerpo. La primera respuesta a la enfermedad es: Dios quiere curarla por medios humanos y divinos. Deberíamos preguntarnos por qué la fe en la sanación que Dios realiza, se reduce a la Unción y a ciertos santuarios.

4: Hay que cambiar la imagen de Dios: hay miedo a Dios, “que no se acerque demasiado”. ¿Qué Dios monstruoso permite morir a un niño de cancer, o a un ser amado?, se preguntan algunos a causa de su imagen falsa de Dios. Hemos dado la imagen de un Dios que castiga a los hijos para domesticarlos. Necesitamos creer en el triunfo del amor. A veces al orar sobre un enfermo, me dicen «está en las últimas»…, sin creer en el poder de la oración. Pues algunos creen en Dios, pero no experimentan su amor y siguen viviendo en el miedo. Para sobrevivir trato de soportar al máximo este mal hasta que pase. Sé que el mal no es la voluntad de Dios. Aceptamos las enfermedades y las guerras porque así es el mundo, pero la guerra y la enfermedad son el infierno y pedimos la salud y la paz.

 

Artículo extraído de:

La voz del Peregrino

Ejemplar Febrero 2017

Autor: Osvaldo D. Santagada

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